En el mundo del aprendizaje, tendemos a enfocarnos en la explicación/aprendizaje de información y el desarrollo de habilidades básicas (atención, memoria, cálculo mental, razonamiento…), pero rara vez consideramos el papel fundamental que las emociones juegan en este proceso. Sin embargo, la realidad es que las emociones son la chispa que enciende el motor del aprendizaje, impulsándole a explorar, comprender y retener nueva información.
Cuando tu hijo/a está comprometido/a con un tema, nuestras mentes están más abiertas y receptivas a la información relacionada con él/ella.
Este fenómeno se debe a que las emociones activan las regiones cerebrales que facilitan la atención y la memoria. Por lo tanto, cuando un tema les genera curiosidad, intriga o incluso frustración, estamos más propensos a dedicar tiempo y esfuerzo a entenderlo.
El poder del impacto emocional en la retención
Ahora mamá o papá os lanzo una pregunta:
¿Recuerdas cómo aprendiste a montar en bici o el día en que resolviste un problema difícil?
(tómate unos segundos/minutos para pensarlo)
Si has respondido que sí, es probable que esos recuerdos estén acompañados de emociones intensas, ya sea el miedo inicial de poder caerte o la euforia de finalmente dominar la habilidad. Estas emociones no solo hacen que esos momentos sean inolvidables, sino que también fortalecen la memoria asociativa, lo que facilita la retención a largo plazo.
La importancia de un ambiente emocionalmente seguro
Para que el aprendizaje florezca plenamente, es crucial crear un entorno que fomente la expresión emocional y la aceptación. Tus hijos/as deben sentirse seguros/as para compartir sus pensamientos, hacer preguntas y cometer errores sin temor al juicio o la crítica. Un ambiente emocionalmente seguro no solo promueve la confianza y la autoestima, sino que también estimula la exploración y el pensamiento crítico.
El aprendizaje no es simplemente un proceso intelectual, sino también emocional. Al reconocer y cultivar las emociones en el cole como en casa, no solo mejoramos la experiencia de aprendizaje de nuestros estudiantes, sino que también creamos una base sólida para el crecimiento personal y académico a largo plazo. Sin emociones, el aprendizaje carece de significado y profundidad. Son nuestras emociones las que dan vida al proceso de adquisición de conocimiento, transformándolo de una tarea mundana en una experiencia enriquecedora y transformadora. ¡A por aprendizajes repletos de emociones!